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Detectar la dislexia antes de desarrollarla

24 enero 2012
La dislexia podría detectarse incluso antes de que los niños aprendan a leer. Según un equipo de investigadores de EEUU, su actividad cerebral muestra algunas diferencias fáciles de captar por resonancia magnética y así lo confirman en un artículo publicado en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’.
Ya se sospechaba que este tipo de problemas de aprendizaje de la lectura y la escritura “seguramente tienen alteraciones neurobiológicas y funcionales a nivel cerebral (temporal o frontal)”, aclara Gustavo Lorenzo, neurólogo infantil del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Los resultados de esta investigación, realizada en el Hospital Infantil de Boston, suponen un nuevo apoyo a esta teoría.
Después de hacer resonancias magnéticas a 36 niños (con una edad media de cinco años) mientras decidían si dos palabras comenzaban con el mismo sonido, los autores de este trabajo observaron que los que tenían historial familiar de dislexia mostraban menos actividad metabólica en algunas zonas cerebrales.
Concretamente, en las uniones entre los lóbulos occipital y temporal y en los lóbulos temporal y parietal. Lo que indica, asegura la principal autora de la investigación, Nora Raschle, es que “la capacidad del cerebro para procesar los sonidos del lenguaje es deficiente, incluso antes de que estos niños aprendan a leer”. Por el contrario, quienes presentaban una alta activación en esta región cerebral, tenían mejores habilidades lectoras, como la rima, el conocimiento de las letras y sus sonidos.
Para Raschle, este hallazgo una buena noticia: “La identificación precoz de los niños que probablemente desarrollen dislexia puede ayudar a reducir las consecuencias negativas a las que se enfrentan desde el punto de vista social y psicológico”. A lo largo del artículo recuerda que muchos estudios han demostrado que los afectados suelen tener malas experiencias en la escuela, son calificados como perezosos o desmotivados, y su frustración a veces conlleva comportamientos impulsivos y antisociales, además de un mayor riesgo de abandonar el colegio.
Una aplicación muy positiva que requiere cierta prudencia. “Es muy difícil determinar con exactitud qué áreas están afectadas. El cerebro es muy complejo”, matiza el doctor Lorenzo. Además, agrega, “hay que tener en cuenta que quizás esa reducción de actividad metabólica en determinadas zonas cerebrales no se deba a una posible dislexia sino a que el niño aún no ha desarrollado dicha área (y la puede desarrollar después)”. A esas edades, en el transcurso de un año, las diferencias madurativas son importantes y no significan un problema. Para entenderlo mejor, “puedes hablar con dos o tres años, pero se considera normal no hacerlo hasta los cuatro”.
En definitiva, “hasta que no llega el momento de poner en práctica la habilidad de la lectura y la comprensión (a los seis años, aproximadamente), no se puede hacer nada. Sólo entonces, se recomienda un apoyo continuo en la etapa escolar de rehabilitación y trabajo específicos para ayudar al afectado”, argumenta el neurólogo español. Después, cuando sea adulto, “será consciente de esta dificultad y sabrá que tiene que dedicar más tiempo, atención y esfuerzo, como cuando lees en inglés y no eres bilingüe. Sabes que tienes que ir más despacio”.
Se calcula que entre el 5% y el 17% de los pequeños tiene dislexia, es decir, problemas con la lectura, la mala ortografía, dificultad para reconocer palabras con fluidez y para comprender lo que leen. Los que vemos en la consulta de neurología, afirma el doctor Lorenzo, “además de dislexia tienen otros problemas, sobre todo de atención e hiperactividad y por eso les mantenemos en tratamiento farmacológico”. Pero la dislexia aislada sólo requiere trabajo, rehabilitación y constancia, “no para curar sino para evolucionar”.


Artículo escrito por Laura Tardón.
Fuente: El Mundo.es


Alumnos disléxicos y brillantes

Universitarios con el trastorno piden más atención para trabajar en igualdad de condiciones | Con métodos de aprendizaje adecuados y pautas claras estos alumnos mejoran con rapidez

María, Judit, Marc y Francesc tienen dislexia y han podido estudiar lo que han querido.

28 noviembre 2011
"Somos disléxicos y tenemos las mismas capacidades que cualquier otra persona, sólo necesitamos otras herramientas para desarrollarlas". Francesc Llorens, Judit de Nova, Marc Gerona y Maria Codina, todos de 18 años, han conseguido llegar a la universidad, o estar a las puertas de ella, pese a este trastorno del aprendizaje. El camino ha sido duro, pero han alcanzado su objetivo y, ya adultos, esperan que su experiencia sirva para que otros estudiantes con dislexia puedan decidir por sí mismos su trayectoria.
Francesc, Judit y Marc estrenaron el tribunal especial para disléxicos que se abrió en la última convocatoria de selectividad. Por primera vez, estos alumnos disponían de más tiempo para realizar los exámenes y no se les contaban las repeticiones de faltas de ortografía atribuidas al trastorno, entre otras cuestiones. Fueron sus madres las que, a base de insistir, lograron que la oficina de las pruebas de acceso a la universidad establecieran unas condiciones especiales para ellos.
"Pedimos igualdad de oportunidades, pero también de obligaciones, no queremos que nos regalen nada ni que nos traten entre algodones, sólo trabajar con unas condiciones justas, igual que al que es miope se le permite llevar gafas", insisten los cuatro. La prueba específica de selectividad fue una victoria en esta carrera por la igualdad de oportunidades de la que hablan. En la educación obligatoria ellos y sus familias han tenido que librar otras batallas para avanzar y acabar su escolaridad con éxito. La primera, que reconozcan su trastorno, lo entiendan y les den las herramientas adecuadas para poder estudiar. La capacidad intelectual de los disléxicos es como la de cualquier otra persona. Aún así, tienen dificultades con el código escrito. Descifran las palabras de forma más lenta, cambian letras o sílabas de sitio, les cuesta secuenciar la información... A muchos alumnos les ocurre algo parecido: los profesores confunden este trastorno del aprendizaje con la falta de ganas por estudiar, o con la poca capacidad del alumno. Francesc, que estudia Marketing y Dirección Comercial en la Universitat Abat Oliva, recuerda cómo, en primaria, algunos compañeros de clase se burlaban de él porque iba más retrasado en lectura. Le diagnosticaron dislexia y a partir de ahí su madre buscó nuevos métodos de aprendizaje. A Marc los profesores le decían que era muy travieso, que no prestaba atención, que no se esforzaba y, ya en la ESO, que mejor no hiciera bachillerato. Ahora estudia Administración y Dirección de Empresas en la Universitat Internacional de Catalunya. Maria, que cursa segundo de bachillerato en el instituto público Icària de Barcelona, tuvo que repetir en primaria porque sus profesores pensaron que, al ser disléxica, le iba a ir bien... Los cuatro han encontrado profesores sensibles que les han ayudado, pero también muchos otros con falta de formación para tratarles. Con todo, lo más importante para seguir adelante y alcanzar el éxito escolar, dicen, ha sido el apoyo de sus familias, que han contribuido a buscar recursos pedagógicos.
Gran parte de los estudiantes disléxicos se desmotivan al ver que no avanzan como los demás si no tienen un seguimiento adecuado y acaban tirando la toalla. Ahora Ensenyament ha puesto en marcha un protocolo de detección precoz de la dislexia en la escuela, pero estos cuatro jóvenes reclaman además que se dote a los centros de medios con los que sí cuentan otros países. A Francesc, por ejemplo, le cambió la vida cuando en 1.º de ESO empezó a utilizar un programa informático que lee con él cualquier texto (ClaroRead).
Ahora que se acerca el final del primer trimestre, Marc, Francesc y Judit han demostrado que con una forma de estudiar concreta (más tiempo para escribir, pruebas orales o lectores informáticos) llegan donde todos los demás. Eso sí, han tenido que elegir universidad en función de la que más predispuesta estaba a aceptar su dislexia. Maria se prepara para le selectividad de junio, va a por una carrera científica.

Artículo escrito por Maite Gutiérrez.
Fuente: lavanguardia.com

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